jueves, 9 de mayo de 2013

Desde el pasado más remoto hasta el momento presente

    El tema que hoy intento tratar con buen criterio es, las necesidades que tienen las empresas de disponer de clientes. Por ahora voy centrarme únicamente en el significado que tiene el concepto de cliente dentro de la óptica empresarial, en el campo económico. Este es un tema que no resulta muy ameno a la hora de darle un tratamiento por escrito. Así que no me voy a extender mucho para no aburrir al lector. Comenzaré definiendo el concepto.

  • Concepto de cliente- El cliente es la persona física o jurídica que adquiere un producto o recibe la prestación de un servicio por parte de terceras personas; con el fin de poder darle una utilidad en un posterior proceso de venta, o incluso como usuario o consumidor final.
    Si tenemos en cuenta esta definición de cliente, podemos percibir una diferencia bastante notable con el concepto que el resto de las personas, que ignoran cuestiones de la materia empresarial; poseen. Y para poder comprender mejor esta diferencia  voy a explicarlo a través de un simple ejemplo.

Ejemplo de Cliente.- 

       Un trabajador en cuestión, le podemos poner el nombre de Manolo; lleva a cabo su trabajo en una empresa que se dedica a la repoblación forestal y labores de medio ambiente. El ordenador que utiliza Manolo está obsoleto y necesita urgentemente otro con unas especificaciones técnicas superiores. Decidido, Manolo se lo comunica al gerente. Este,a su vez confía en Manolo y en sus bastos conocimientos que tiene adquiridos en informática y por esta cuestión, el gerente le pide al trabajador que él mismo se encargue de la compra; por cuenta de la empresa. Manolin  acude  raudo y veloz a un establecimiento donde venden equipos informáticos y previo visto bueno del gerente, adquiere el ordenata.

   Pues bien; en este supuesto existen dos tipos de clientes. Por una parte, un cliente externo: la empresa donde trabaja este bobo la poya (Manolo) y que a través de él ha comprado el ordenador.

Y por otra parte, un cliente interno: el trabajador en cuestión, que utiliza el puto ordenador para llevar a cabo las tareas que el explotador de su jefe requiera encomendarle. (En este ejemplo, Manolo tuvo muy mala suerte y se topó con la orma de su zapato y le ha tocado un tirano como jefe).

En este artículo y por primera vez he introducido varios términos malsonantes y vulgares para conceder a su vez al texto, un toque de humor para que al leerlo no se hiciera tan pesado. Siento que haya podido haber un lector que se haya ofendido por el uso indiscriminado de semejantes insultos, pero me hicieron mucha gracia. 


Pero ahora voy a retrotraerme a mi querida antigua Roma para poder explicar del mejor modo posible el origen de el término cliente, para que podamos tener una visión en conjunto más enriquecida sobre el concepto.

Clientes en la antigua Roma.-
En el peristilum un atrón recibe la salutatio matutina de 

sus clientes de mayor confianza, mientras otros esperan 
algo más alejados.Pintura histórica de Gustave Boulanger.
Clases en Roma
Cliente es un término lingüístico culto que pasó de la lengua madre a nuestra lengua romance, el castellano casi sin ninguna alteración. En su forma original era muy similar, "cliens" era el singular, mientras que el plural del término era "clientes", y este a su vez venía de "cluere", cuyo significado es "acatar", "obedecer". En la sociedad de la antigua Roma, el cliente era el individuo que poseía un rango social y económico inferior, el cual se ponía bajo el patrocinio (patrocinium) de un patrón (patronus) de rango socioeconómico superior. Ambos tenían el estatus de hombres libres y no se correspondían necesariamente su rango desigual con las distinciones familiares entre plebeyos y patricios; aunque, en la época de la monarquía esta relación de patronaje la inició el primer rey de Roma, Rómulo. Con el objetivo de fomentar los vínculos entre ambas partes de la sociedad romana. De modo y manera que unos (los clientes) pudieran vivir sin envidia y recelos y los otros (los patronos) sin faltas de respeto (obsequium) que se debe dar a un superior. Cuantos más clientes tuviera el patrono a su cargo, más prestigio (dignitas) podía llegar a acumular.

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